La plasticidad cerebral y el aprendizaje

04/04/2024

Por Natalia Arias

La educación a lo largo de la vida defiende el hecho de que las personas podemos aprender en todas nuestras etapas, independientemente de la edad que tengamos. No obstante, a pesar de que esto es verdad, nuestro cerebro tiene un desarrollo diferente según la etapa en la que nos encontramos y otros muchos factores. Por tanto, en este post vamos a hablar sobre cómo aprende nuestro cerebro para poder enseñarle de la mejor forma posible a lo largo de nuestra vida.

Lo que se está exponiendo no es otra cosa que la plasticidad cerebral que tiene como estudio a nuestro cerebro y se define como la capacidad del sistema nervioso para cambiar su funcionamiento a lo largo de la vida como forma de adaptación. Pues bien, nuestro cerebro está preparado para la misión de aprender ya que es una necesidad del ser humano tan importante como comer o beber. El problema radica en cómo aprende nuestro cerebro y en qué etapa es más fácil, ya que se necesitan ciertas condiciones para lograr este objetivo.

Es bien conocido que en nuestros primeros años de vida es cuando poseemos mayor plasticidad cerebral, de hecho seguro que os suena la frase de que los/as niños/as son como esponjas porque absorben todo tipo de conocimientos y habilidades de una forma rápida y sencilla. Aunque en nuestros primeros años el desarrollo es más pronunciado, la cualidad de aprender va seguir presente toda la vida pero va a requerir de un esfuerzo más activo por nuestra parte.

El cerebro lo que necesita son emociones y nuevos estímulos que lo hagan poner en acción y nuestra misión es estar lo suficientemente motivados y tener curiosidad. Nosotros/as si estudiamos para un examen porque lo tenemos que sacar sí o sí, probablemente estudiemos y tras hacer la prueba y vomitar lo aprendido, luego lo olvidaremos. Sin embargo, si afrontamos el temario con curiosidad o con interés se va a retener más información tanto a corto como a largo plazo. Tenemos muchos ejemplos en nuestra vida diaria que nos pueden ayudar a entender esto, ya que probablemente a todos/as nos ha costado un poquito aprenderse algún tema de biología, historia o lengua porque nos daba una pereza increíble tener que llegar a casa e invertir nuestra tarde en ello pero seguro que nos ha costado mucho menos retener información sobre la temática de un libro que nos gusta o incluso aprender una canción. Esto tiene una explicación sencilla, la temática del libro nos ha despertado la curiosidad, nuestra capacidad de investigar y querer dar respuesta y aprenderse una canción nos ha emocionado. Nos movemos por emociones, sentimientos, placer, curiosidad e interés.

El problema a veces radica en que no estamos motivados y es que necesitamos encontrar esa motivación para poder alimentar a nuestro cerebro de forma adecuada, por ello se insiste tanto en probar nuevos métodos para la transmisión de conocimientos en el aula. Se deben formular los temas como retos que podemos resolver para poder despertar las ganas de aprender.

En definitiva, aprender y poder recordar lo aprendido tiene una estrecha relación con la dopamina, que es un neurotransmisor que tiene funciones vinculadas a la afectividad y la emotividad. Por lo tanto, se va a recordar mejor todo lo que provoque un gran impacto emocional, por eso las anécdotas las tenemos tan presentes. Asimismo, la atención y la concentración también son factores que se deben tener en cuenta por lo que se aconseja trabajar estas funciones. En el anterior artículo se habló de la atención por lo que ahora ya sabemos que existen diversos tipos y que se pueden trabajar de diferentes maneras para lograr que los factores externos no incidan en nuestro aprendizaje.


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